Más allá del punto final

¿Para qué sirven los puntos seguidos y las comas? ¿Los paréntesis? ¿Las mayúsculas? ¿Qué sentido tienen los puntos y coma, los corchetes y los asteriscos?
¿Y los puntos finales?

Es como la matemática del lenguaje: reglas que a veces aprietan, que no se entienden, que parecen carecer de sentido. Pero después aparecen ciertas palabras.

Sabiduría.
Misterio.
Gracia.

¿Y qué serían esas palabras si no existieran las mayúsculas, los puntos y aparte?

Evidentemente, la palabra se acerca a la experiencia, pero nunca logra nombrarla del todo. Sobre todo cuando intentamos hablar de experiencias espirituales, que van más allá de lo concreto o de lo que podemos imaginar.

Nahuel Pennisi es un cantautor argentino, uno de mis preferidos. Es ciego. Hago esta aclaración porque él muchas veces habla de su ceguera. Hace un tiempo lo escuché en una entrevista decir que una de las cosas que más le gustaría poder “ver” es el cielo, el mar, la cara de sus hijas. Y, sin embargo, al escuchar su música, nadie diría que es una persona que “no ve”.

Pensaba en Nahuel al escribir esto, porque cuántas veces nosotros también queremos ver a Dios. Queremos escribir sobre Dios, nombrarlo. Pero nos sentimos ciegos, nos quedamos sin palabras.

El Adviento es, quizás, una oportunidad para descubrir nuevas maneras de ver. Puede que sea la oportunidad de habitar ese silencio y que la experiencia que surja de allí sea universal y, a la vez, personal.

Desde esa intimidad, tal vez podamos ponerle voz a lo que vemos más allá de nuestros ojos, a lo que sentimos más allá de lo que podemos nombrar.

Y desvelar que el punto final no existe, sino que es una invitación a un Misterio que nos ama mucho más de lo que podemos imaginar.

Para acompañar, una versión de Oración del Remanso por el gran Nahuel Pennisi

Con cariño,

Ayelén

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