La escritura como posibilidad
Cuando volví de caminar esta mañana, escribí: "Me siento, con mi cuaderno y el mate listo, la casa moderadamente limpia y ordenada". Me refería al acto de sentarme después de haber estado en movimiento, pero se me hizo tan obvio el paralelismo entre sentarme y sentirme a escribir... Pienso entonces en mi casa interna, que percibo "moderadamente limpia y ordenada". Me rio con ternura ante lo que considero moderado, me rio ante el espejo de la hoja en blanco que me devuelve en forma de palabras mis estándares de perfección. Me rio sorprendida porque pasan los años y el hábito de sentarme a escribir sigue dando frutos, incluso más maduros a veces.
Sentarse, como sentirse, requiere quietud e -idealmente- presencia. Requiere y enseña, también, a cultivar esa presencia.
Por muchos años estuve en contra de hablar sobre escritura terapéutica, y creo que esa idea se desarrolló en mí como respuesta frente a un momento de empacho de información, donde percibía una industria del bienestar en la que todo (incluso la escritura), era llevado a "herramienta de autoconocimiento/para estar mejor". Y no es que todo eso haya desaparecido, sino que me tomé un tiempo para dialogar con mis propios para qués.
Acepto, ahora, el concebir la escritura como algo terapéutico, pero agregando un punto: no por sí sola. Porque si bien está "científicamente comprobado" que la escritura (el journaling, como una especie de diario íntimo) tiene beneficios sobre la salud, aislarlo como "la solución" se parece mucho a tomar una pastilla para la presión pero seguir comiendo sal en exceso.
Quizás sea por eso que me gusta tanto lo interdisciplinario: cuando las palabras se sienten trabadas, salgo a poner las manos en la tierra de mi jardín. O muevo el cuerpo para hacer bailar las ideas. Como todo (y es ahí donde fallan los consejos de cinco pasos a seguir), es cuestión de conocer lo que nos hace bien.
También me parece importante rescatar que cuando se habla de escritura terapéutica, hay varias maneras en las que esto puede funcionar: journaling (o lo que yo llamo "escribir porque sí"), escritura creativa, poesía, etc. En mi caso, muchas veces todo esto se junta y me es difícil hacer una distinción. Sin embargo, creo que es importante saber con qué forma estamos jugando - y que esto también nos ayuda a jugar de manera más honesta.
Más allá de estas formalidades, sea que escribas la lista del supermercado, sonetos, novelas, que cuentes tu propia historia o historias ajenas, - sea que compartas tu arte con el mundo, o escribas bajo candado en un diario íntimo como cuando éramos pequeñas, el acto de sentarse a escribir es una invitación a hacer silencio, a sentirte y a sentir.
La escritura se presenta como el alegre
—aunque no por eso muchas veces difícil—
camino hacia una contemplación más profunda.
Se abre como posibilidad de detenerse y escuchar —
y volver a escribir, en el intento de traducir
las palabras que brotan
desde las siempre fértiles
tierras del corazón.
Que la escritura te acompañe como posibilidad. Con cariño,
Ayelen